
Los vecinos no tan mayores de Puerto Madryn recuerdan cada vez con más nostalgia como se circulaba en la ciudad pocos años atrás. Y aunque nadie vaya a pensar que todo tiempo pasado fue mejor, si es cierto que no todos los cambios que sobrevienen tiene efectos benéficos para los habitantes de la ciudad del Golfo.
Una comunidad de unos 120 mil habitantes no se puede considerar un conglomerado inmanejable y ésta es la gran ventaja que venimos insistiendo desde estas líneas de manera permanente. Se puede pensar y planificar todavía esta ciudad, que desde el vamos se fue armando de a retazos entre la presión de la migración interna, las ofertas privadas y las variadas decisiones de un estado que tiende a enmendar los desequilibrios con urbanizaciones y servicios, pero no atina a tomar la delantera en la planificación.
Un ejemplo que salta a la vista es el del tránsito y el estacionamiento que en horarios pico puede transformarse en un verdadero dolor de cabeza. Una mirada tal vez ingenua podría considerar este hecho como parte del precio que hay que pagar por el crecimiento, pero con solo revisar la experiencia de los grandes y medianos centros urbanos y escuchar sus padecimientos nos hace poner en alerta: ellos están buscando desesperadamente volver atrás con la circulación excesiva de vehículos con vedas y prohibiciones, con bicisendas, ciclovías, patinetas eléctricas y calles peatonales.
La pandemia ha mostrado también el valor de contar opciones más saludables de construir ciudades donde se priorice al ciudadano de a pie. El espacio privilegiado en el vivimos nos pone también en la obligación de ser más capaces de dar respuestas inteligentes a estas demandas. No es una solución sustentable que cada familia se vea obligada a contar con varios vehículos – cuando puede – para desplazarse en una ciudad que puede manejarse tranquilamente con un transporte público, mucho más eficiente.
Hoy están radicados en la ciudad de Puerto Madryn más de 50 mil vehículos entre autos camionetas etc. y 12 mil motocicletas, lo que muestra la magnitud del desafío. Sin una mirada integral de este tema que contemple no solo las vías de circulación, los semáforos, el estacionamiento sino el efectivo diseño de un sistema de transporte público eficiente, se ve claramente como terminaremos atascados en un laberinto sin salida.