
Hace exactamente treinta años, dos personas se encontraban ante una magnifica vista de las costas patagónicas. Observando el horizonte pudieron notar que, de repente, el cielo y el mar parecían ser uno solo.
Muchas veces solemos pensar que la solución es vivir escindidos de nuestros deseos, pasiones, sueños; vivir separados o confrontados unos con otros. El mundo, el cual cada vez más nos expulsa más de si mismo, suele convertirse en un espacio hostil, trocándose en un estado de desesperación infinito incluso dentro de nosotros mismos.
Sin embargo, cuando miramos el mar, las olas, sentimos el viento y nos conectamos con aquello olvidado tantos años y siglos atrás, sentimos que nos atraviesa una fuerza incomprensible que nos permite acercarnos a nuestros antepasados, a personas que creímos olvidadas y que aún están en cada rincón de nuestra existencia.
Un filósofo alemán llamado Hans-Geor Gadamer se refería, dentro de su teoría hereéutica, a la fusión horizontico, fusión que permite crear, a través de diversas formas del lenguaje, un completo dinamismo entre los distintos valores, costumbres, ideologías y paradigmas camerísticos de cada momento histórico.
Conectarnos con nuestro interior, con la voz que cada uno tiene dentro suyo; conectarnos con nuestro entorno, con aquello que, día a día, la tecnología nos arrebata de las manos, emociones erosionadas hasta volverse polvo.
Comunicarnos, escucharnos, compartir. Nuestro presente parece un universo fragmentado en miles de partes que nunca logran encajar entre sí; La Ventana surgió como ese proyecto que, aunque imperceptible, permite unir el cielo con el mar.
Gracias a todos permitir que este gran sueño independiente siga a flote y por confiar una vez mas, en nosotros.
Florencia Strajilevich Knoll